Pregón del Carnaval de la Luz 1.998

Esta noche estoy viendo realizado el sueño de cualquier carnavalero. Solo me queda un pequeño resquemor que me viene comiendo por dentro desde que confirmé mi presencia aquí, y es que mi maestro, mi gran maestro en esto del carnaval, no está dando el pregón en una tierra a la que está tan arraigado, que se siente extraño cuando pasa de El Calé para allá. Sirvan ante todo de homenaje mis torpes palabras de esta noche al más grande autor que ha dado Punta Umbría : D. Francisco Mendoza, nuestro entrañable “Paco Pajarito “.

Me van a permitir, que hagamos un poco de filosofía de la historia sobre los orígenes y significado de los hechos básicos.

El Carnaval nació porque el pueblo cristiano, sin permiso de los prelados, o de la jerarquía, se lanzó a un desmadre paganizante antes de los 40 días de ayuno y abstinencia de carne que la Iglesia decretó en memoria de los 40 días que Jesús ayunó en el desierto.

No es cierto, históricamente, que Jesús ayunase de verdad, 40 días y 40 noches, pero sí es cierto que durante su vida pública no ayunaban ni él ni sus discípulos y que en el sermón del monte dijo que cuando se ayunase se hiciera todo en secreto y sin propaganda.

El caso es que el pueblo cristiano, empezando por los romanos, se permitió un desmadre de tres días antes de la ascética de cuaresma.

Todavía pervivía el recuerdo de las fiestas saturnales. La curia romana no se atrevió a prohibir el esparcimiento, que poco a poco asumió más esplendor, ingenio y desparpajo.

El Carnaval fue la fiesta popular por antonomasia, con profusión de bailes, disfraces, desfiles, rituales grotescos y surrealistas, canciones pícaras y retozonas, sainetes esperpénticos, bromas e inocentadas, libaciones orgiásticas y cachondeo general.

El jolgorio era popular y campechano, pero no exento de agudeza y distinción, tanto que en la Florencia en pleno renacimiento el mismísimo Lorenzo de Medici, “el Magnífico”, que gobernó la ciudad en tiempos de Colón, componía las letras de las murgas y las chirigotas. Dos años después de su muerte el pelmazo de Savonarola prohibió los festejos. Era Papa por entonces un español de Valencia llamado Rodrigo Borjía, Alejandro VI, que no perdió tiempo en excomulgar y achicharrar vivo al fanático Savonarola, que de forma tan anticristiana había prohibido el legítimo esparcimiento del pueblo cristiano.

El Carnaval se embarcó en las naves y carabelas ibéricas, extendiéndose por las Indias. Los franceses lo llevaron a Nueva Orleans. El progreso o la modernidad asfixió el festejo, en parte para no perder jornadas laborales, en parte porque para tan exquisito festival se precisa una gran dosis de cultura popular, algo que se pierde conforme avanza la cultura con mayúsculas, programada, controlada y financiada desde los ministerios y los parlamentos.

El Carnaval subsiste y prospera donde quiera que subsiste la cultura popular, entre los cariocas de Rio, los habaneros, los americanos sureños de Nueva Orleans, los irrreductibles mejicanos, y en nuestra baja Andalucía, la santa inmortal de puertos llenos de sal y picardía entre la bahía de Cádiz y la ría de Ayamonte.

No dejan de ser curiosas las vacilaciones reales con respecto al Carnaval. Luis XIV, el rey Sol, disfrutaba de los desenfrenos, pero no nuestro primer rey Borbon, Felipe V, nieto suyo, que prohibió los jolgorios. El ilustrado Carlos III levantó el anatema fulminado por su abuelo, pero su nieto Fernando VII volvió a prohibir los festejos públicos, permitiendo tan solo las celebraciones caseras.

Pero el más notable de todos los fenómenos es que el Carnaval perdure a pesar de la volatilización de la Cuaresma. Parece como si los más inteligentes de los hombres continuasen aceptando la definición de la vida que diera Shakespeare:

La vida es un cuento contado por un idiota,
lleno de furia y ruido, que no significa nada.

Dicho esto, voy a pasar la pagina de la nostalgia, porque yo soy ante todo chirigotero, de los malos, pero chirigotero, y no es que me tenga en poca estima, pero claro, en este Punta Umbría, te pones al lado de Nicolás Soto, de Frasqui, de Diego Orta, de Oscar, y ..., ¿ Quien no se siente inferior ? Es que esta tierra ha dado mucho arte... Recuerdo que recién llegado a Punta Umbría me llamaba mucho la atención la capacidad poética y musical de todo el mundo; aquí todos sabían cantar, la mayoría tocaba la guitarra, el que no sabía tocar la caja aprendía en dos semanas, y si le costaba mucho trabajo pues tocaba el bombo y asunto concluido. Por cierto, que difícil me ha parecido siempre eso de tocar el bombo, haciendo una cosa con la mano derecha y otra distinta con la izquierda... han pasado dieciséis años y sigo sin saber tocarlo.

Dieciséis años ya, y parece que fue ayer cuando me avisó Paco “pajarito” para salir en una chirigota. ¿Una chirigota? ¡Pero si yo no entiendo de eso, Paco! No me metas en cosas raras que después terminamos malamente. Pero no, no terminamos mal. Escuché por primera vez ese ritmo de caja y bombo y se me metió por las venas el compasillo del tres por cuatro, y pregunté que era eso, y ya pasaba todo el día deseando que dieran las nueve para coger la guitarra y salir pitando para los ensayos...,

... y yo quería saber más,
y le preguntaba a paco
y el me contestó que un día
las musas nos visitaron
que cogieron a Constante
y le dijeron “ Te ha tocado “
Tu serás nuestro poeta
muestra lo que el carnaval encierra
y que el Carnaval te lleve
a ser profeta en tu tierra.
Da rienda suelta a tu pluma
y nunca te veras solo
será tu fiel compañera
la comparsa “Pitirolos”.

Y así fue, como por arte de magia tuvimos una comparsa, y alguna mano invisible dio el pistoletazo de salida. Al año siguiente, y casi en la clandestinidad, alguien confeccionó unos carteles anunciadores del carnaval de Punta Umbría, muy parecidos a los de “Fontanero barato”, esos que nos encontramos en la puerta de los servicios de todos los bares. Y resulta que sin haberlo hecho ni Albertí ni Caballero, tuvieron una capacidad de convocatoria impresionante. Todo el mundo sabía cantar, salían autores de todos sitios... recuerdo un día en el cuarto de ensayo de una chirigota ( porque aquí son CHI-RI-GO-TAS ) que cogí una letrilla para echarle un vistazo, y aquello tenía más faltas de ortografía que las memorias de Tarzán, con mucho cuidado llamé al autor a un lado y le dije : ¿Te has dado cuenta de que “hodio” se escribe sin hache, y él después de mirarlo un rato y desde todas las perspectivas me contestó : “Es chicaaaaa... a ver si tu te crees que yo soy el Placido Carreter ese...!” Y tenía toda la razón del mundo, ¡Total! si la “h” no se pronuncia…
Lo cierto es que la medida y la rima eran sencillamente perfectas. ¡Y yo que seguía sin salir de mi asombro! ¿Será posible que esta gente haya tenido este arte guardado durante tanto tiempo? Menos mal que por fin algunos “locos” derramaron el tarro de las esencias y fueron capaces de sacar todo el arte, la imaginación y la chispa que el Puntaumbrieño lleva dentro.

Llegó el año 84. Ya nuestro carnaval es oficial. Y por primera vez nos encontramos con dos comparsas en el concurso: “Sota de Espadas” y “Embrujo Marinero”. Yo seguía sin saber tocar el bombo. Posiblemente esté en el recuerdo de todos la puesta en escena tan elegante de la comparsa “Embrujo Marinero”, y los leotardos tan graciosos de “sota de espadas”, la verdad es que viéndolos disfrazados a lo que menos se parecían era a una sota, de la espada no se pueden hacer comentarios, porque la verdad... es que llevaban una espada. Además, para muchos fue su primer disfraz y protestaban mucho por aquella peluca rubia que no les dejaba ver, y paco les decía : dale la vuelta a la peluca que la tienes al revés. Ah! pues si que es verdad. ¿No ves, Paco, por qué tienes que ser el director? Y entre broma y broma, Punta Umbría se iba colmando de piropos, y además alguien le puso fronteras al buen hacer y a la sapiencia de nuestro carnaval, y ya se hablaba de Punta Umbría desde “El calé” hasta “La Canaleta”. ¿Fuiste tú Enrique? ¿Quien iba a ser si no? Enrique Orta, el más prolífico autor de nuestra tierra. El que compartió su vida con un nuevo amor llamado carnaval. El que volvió cisne a un patito feo. El que de la mano de Soti nos regaló tantos momentos de buen carnaval y de puro sentimiento Puntaumbrieño. Se veía venir. Era irrefrenable el sentir carnavalero de mi pueblo. Y ante este derroche de poesía improvisada, he llegado a preguntarme: ¿Que extraño designio mueve la impronta de nuestros poetas populares?
¿Escribió alguien un pasodoble mientras contemplaba una puesta de sol en la canaleta?
¿Aprendió a bailar alguna chirigota observando como la brisa hacía contonearse a las pateras en la ría?
¿Se inspiró un popurrí de coplas en la recogida de un lance al copo de nuestros barcos?

¿Quien sabe de tu saber?
Tan solo tú Punta Umbría
¿Quien sabe qué guardas dentro
que a nadie se lo confías?

¿Serán tus aguas plateadas preñadas de yodo y sal? ¿Será tu brisa marinera en un eterno paseo por tu bajamar? Será la cansada rutina del marinero que embarca para buscar soledad entre un mar de sangre y plata que no pocas veces le ha negado el sustento?

¿Quien lo sabe Punta Umbría?
Playa de dulce vainilla,
de caballito de mar,
de olas que traen tus recuerdos
y se llevan tu pesar.
Cuando se te lleva dentro
que fácil es, Punta Umbría.
No te hacen falta piropos
tú misma eres poesía.

Uno de los temas a los que más cuplés se ha dedicado es al derroche de facultades que hace el marinero que vuelve de un turno de seis meses cuando “engancha a la parienta” y transcribo literalmente la letrilla de un conocido cuplé. Bueno, sobre este tema se ha dicho de todo. Que si lo interrumpió el cohete de las doce, que si la sufrida esposa movía los dedos de los pies porque no le había quitado las medias, que si primero lo hacía y después soltaba el canasto... Pues bien, en el año 1.986 hace su aparición la primera comparsa femenina de la historia de nuestro carnaval, y lo primero que nos dicen es que cuando el marido vuelve de la mar nada, de nada, de nada...
Las cosas del carnaval, cada uno cuenta la historia a su manera.

Lo cierto y verdad es que “Circus Fantasía” marca una época en el carnaval puntaumbrieño. Lo hacen tan bien, que nadie es capaz de poner en duda que la mujer puede incorporarse de forma activa al carnaval de teatro. A partir de ese año comienzan a salir en Huelva comparsas imitadoras, que intentan emular la gran hazaña conseguida por las “mujeres de Punta Umbría”. Pero bueno… ¿Todavía no se han dado cuenta de que esto es irrepetible? ¿Todavía no entienden que es mucha mujer la mujer Puntaumbrieña? ¡Que el arte no puede copiarse! Creo que la mejor definición para nuestra comparsa femenina es la que daba mi compadre cuando decía: “Mire usted, compadre, las demás son una comparsa de mujeres, esta es la comparsa de mujeres” …y ahí queda eso.

No he disfrutado tanto en mi vida como en un sábado de piñatas. Cuando lo cuento en Huelva todo el mundo me pregunta ¿Que es un sábado de piñatas? Y entonces me veo en la obligación de explicarles que, entre otras cosas, es un día en el que cantas en un barrio y te dan una copita de vino, en el siguiente un vasito de ponche, en el otro una cerveza y cuando vas por el cuarto cantas “Asturias patria querida”, bebes lejía de los tres sietes y ya no sabes si estás en la calle ancha o en la calle estrecha porque ya te falta calle para pasar. Y es en esos momentos cuando me acuerdo de mi asignatura pendiente: El puto bombo. Que vergüenza!!!

Fue un dia de piñatas cuando escuché por primera vez una chirigota de Nicolás Soto y aquello me marcó para siempre. Era el prototipo de la chirigota elegante donde las haya, incluso en el desmadre de la quinta piñata, la chirigota no perdía la compostura en ningún momento. Entonces lo tuve claro, me dije a mi mismo: Cuando yo sea mayor, quiero hacer una chirigota como ésta.

Año tras año, continúa el festival de agrupaciones, la Fiesta continua en ascenso, llegamos a tener hasta diecisiete agrupaciones en concurso. Nuestra cabalgata consigue ser la más visitada de la provincia. Son los años dorados del Carnaval de la Luz. Hasta que en 1.990 tocamos techo. Se produce un hecho insólito y sin precedentes en la ya dilatada historia de nuestro carnaval. Algunos años atrás había comenzado a gestarse una comparsa de la mano del autor Manuel Pérez Moreno y bajo la dirección de Francisco Tinoco Tinoco. Aquellos que fueron “Caballeros de Fortuna”, “Pendiente de un hilo” y “La Corte del Dios Momo” inscriben con letras de oro el nombre de Punta Umbría en la Meca del Carnaval. Se presentan por primera vez al Concurso de Agrupaciones de Cádiz, y tienen la osadía de entrar en semifinales dejando por detrás a autores de renombre en el carnaval gaditano. Todo el mundo se pregunta de donde han salido estos mejicanos tan humildes que no paran de darle vueltas a su sombrero, casi avergonzados de cantar tan bien como estaban cantando. Pues miren Vds. señores Gaditanos, es una comparsa de Punta Umbría, con un director de Punta Umbría, se llaman “Compadres” y han llevado hasta el último rincón de Andalucía el arte de nuestra tierra. Punto y aparte.

Una vez demostrada la calidad de nuestras comparsas allende nuestras fronteras, aparece una chirigota nueva “La chirigota de pacheco” en la que un servidor de Vds. tuvo el honor de participar. Como este Pacheco es tan valiente, no se le ocurre otra cosa que inscribirse en el concurso de Cádiz. Se pueden imaginar la cara de terror que se me puso cuando me enteré.

- Pero hombre, compadre, ¿como se le ocurre a Vd. hacer eso? ... con una chirigota nueva...
- ¿Pues no han ido los “compadres” y por poco se traen el primer premio?
- Si hombre... pero no compare Vd. una cosa con la otra.
- Aquí no hay comparación que valga. Además nosotros también somos “compadres”.

Total, que ante el peso de este último argumento no me quedó más remedio que aceptarlo. Nos llevamos para asesorarnos a un hombre que conoce el Gran Teatro Falla como la palma de su mano, Jose Luis Montero, y éste me cuenta que estaba pendiente de todo y que vio entre bambalinas como cuando el locutor anunciaba a la chirigota de Punta Umbría (pueblo de 8000 habitantes), antes de que se abrieran las cortinas, el publico se agolpaba en la puerta de salida del patio de butacas como si alguien hubiera gritado: !!fuego!!! o algo parecido. Y entonces apareció en aquel escenario tan inmenso ese personaje tan chiquitito y tan grande al mismo tiempo: Mi compadre D. Manuel Pacheco, con una botella de champan que le sacaba dos cuartas y muchísimo arte en ese cuerpecito serrano, y fue cuando algo sonó en el interior de los gaditanos, que para esto del carnaval tienen un sexto sentido, y ese algo les decía que allí podía haber arte y no se equivocaron, porque cuando la chirigota abrió la boca y comenzó la presentación parece que alguien anunció el fuego pero esta vez en la calle, porque todos volvían a entrar y el resultado fue que el Gran Teatro Falla totalmente puesto en pie rindió pleitesía por primera vez a una chirigota puntaumbrieña. Este año (1.998, seis años después) en la fase preliminar del concurso un locutor de radio ha recordado a aquella chirigota de Punta Umbría en la que venía un hombre chiquitito con un arte muy grande. Misión cumplida.

Como anécdota, les diré que lo que no conocía el bueno de Jose Luis era que si la chirigota demostró todas las agallas del mundo en el escenario, más agallas demostraban comiendo. Cuando se relajaron camino de vuelta, a altas horas de la madrugada nos paramos en un bar a comer algo porque la euforia nos había abierto el apetito. Repito, Jose luis no conocía la segunda parte de la chirigota. Cuando el camarero puso en el centro de la mesa la primera ración de atún con tomate, Jose Luis, ajeno a lo que se le venía encima, intentó pinchar un trocito de atún. Pero fue inútil. Si antes acerca la mano al plato antes se levantan el torero, el gitano, dieguito el del bombo, los hermanos correa, joselito, mario y compañía y a golpe de tenedor acaban con la ración en poco menos de 7 segundos. Jose Luis todavía me comenta que tiene buenos recuerdos de aquel día y cinco cicatrices en las manos de los pinchazos que le dieron con los tenedores.

Cuanto tiempo ha pasado... Ya casi ni me acordaba de Miguel. Gran persona y gran carnavalero. Todos los días tenía que echarlo del cuarto de ensayo porque escuchaba el compás y se ponía a bailar allí en medio. Un día, para que nos dejase tranquilos, le dijimos: “Miguel, hasta que no vengas disfrazado no puedes entrar aquí”. Dicho y hecho, a los cinco minutos se presentó en el cuarto totalmente desnudo y con una hoja de parra tapando sus partes íntimas.

¡Cuantos recuerdos! ¡Cuanto carnaval vivido! Es infinita la imaginación de mi pueblo para inventar, para crear cada año un nuevo personaje, para darle vida sobre un trozo de papel y hacerle bailar en un sueño de Febrero. ¡Cuanta entrega!
Y… ¿Por qué nos llaman locos? ¿Somos acaso un estorbo en la vida organizada, equilibrada, milimetrada y mil veces aburrida del resto de los mortales? Posiblemente, mientras quede alguien de nuestra especie se estarán torturando en su interior porque saben que su perfección es imperfecta. Saben que su status social nunca les permitiría vestirse de fantoche y salir a la calle a intercambiar alegría, a dar a alguien un poco de felicidad y a recibir como premio una inmensa sonrisa. Nunca podrán entender eso... está reservado para una clase superior... para un carnavalero de verdad.

“Al volver mi niña del colegio
una tarde como las demás
me miró con gesto un poco serio
y después me vino a preguntar
en la clase ha dicho el maestro
que mi padre se viste de fantoche
y que sale en una chirigota
haciendo el payaso y dando la nota
porque solo vive por el carnaval.
Hija, antes ya de que tu nacieras
este pueblo tenía una fiesta
se llamaba carnaval.
Pero por culpa de unos hombres
que solo querían dinero
se nos quedó sin cabalgata
sin teatro y “olvidá”.
Fue entonces cuando decidimos entre las agrupaciones
que el carnaval de Punta Umbría nunca se podría acabar
y a fuerza de mucho amor propio y de echarle dos cojones
conseguimos que esta fiesta se volviera a levantar.
Así que dile a tu maestro
cuando te vayas al colegio
que por la culpa de tu padre
y de cuatro payasos más
el sábado habrá piñatas
y el domingo cabalgata
y tú saldrás disfrazada
al lado de tu papá.”

Así fue, nada ni nadie consiguió acabar con nuestro Carnaval. Siempre, en todos los momentos de su historia, ha existido un grupo de personas capaces de entregarse a las fiestas de tal manera que transmitían esa fuerza a todos sus paisanos, que los animaban a continuar, a seguir trabajando desde la comisión organizadora (en la que nunca falta Bella Pinito) desde las chirigotas, comparsas, cuartetos, desde las emisoras de radio, de televisión ¿Quién no ha puesto su granito de arena en el afianzamiento de nuestro Carnaval de la Luz?.
Incluso nuestras comparsas, entre las que se respira ambiente de máxima rivalidad, han descansado alternativamente, para que a nuestro pueblo nunca le falte un grupo por sus calles. ¿Que falta Frasqui, Pacheco, Agustín, Diego?... ¡Es igual! Tenemos más chirigotas: “El coro de la pedrá”, “Las que van a las piñatas”...

Que la fiesta no se acaba,
que mientras quede una pluma
un pito y una guitarra
harán Carnaval del bueno
chirigotas y comparsas.
Peña de la Tarantela,
chirigota de Pacheco,
Peña de Pedro Gil Mazo,
el Buitre con su cuarteto,
los hermanos Orta y Soto,
Agustín, Frasqui, Lujan,
Carmelo, Francis Tinoco,
y tantos que ya no están
¡pero es igual, llegan otros!
Que Punta es un manantial
en el que no existe fondo.

(Por cierto, pido perdón
porque al final del pregón
sigo sin tocar el bombo).

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